EN SUS MANOS LA PRIMAVERA

Estuve el jueves 10 de noviembre marchando con los estudiantes. Me sorprendió su ímpetu, su creatividad. Y me sorprendió porque a veces uno cree que esta generación está perdida, que no sabe más que bailar cualquier cosa que insistentemente suene en la radio y consumir, consumir, consumir (o perder horas chateando). Pero no. Por lo menos los estudiantes que se oponen a la reforma de la ley 30 saben que el futuro podría estar en sus manos, que Internet puede convertirse en una fuerte herramienta para construir nuevas redes claves en la transformación del mundo (por lo menos para intentarlo). Saben asimismo que nada les será regalado, que tendrán que exigir, luchar, y no sólo protestar, sino también proponer, crear. Los estudiantes tienen conciencia de la necesidad ineludible de ocupar el futuro si no queremos sucumbir bajo las leyes del mercado.

La educación no puede bajo ninguna circunstancia considerarse mercancía. La educación es un derecho y, por lo tanto, el estado debe garantizar su absoluta gratuidad. Esto puede parecer utópico y lo será mientras sólo pensemos en términos de mercado. Un país sin educación no puede desarrollarse. La educación constituye uno de elementos fundamentales para hacer realidad el ideal de igualdad, aunque no el único. La igualdad también tiene un carácter político y, sin duda, económico.

Los estudiantes nos están dando una lección. Una sociedad no se transforma sólo en las urnas; también en la calle, a través de la movilización. La democracia no se reduce a las urnas. Ojalá que los movimientos políticos que se consideran alternativos lo comprendan y no reduzcan sus propósitos exclusivamente a acceder a algunos cargos públicos.

¡Que bien por los estudiantes que nos han demostrado que en Colombia no todo está perdido!